¿Cuánta autonomía queremos?
Se ha planteado en clase un debate muy interesante a mi parecer, y es el hecho de cómo establecer el nivel correcto, o al menos más acertado, de centralización de la educación. Es decir, de algún modo abordar la realidad dual entre escuela dependiente y escuela autónoma.
Considero que para poder posicionarse al respecto es necesario conocer en gran medida las dos alternativas, por lo que analizaré brevemente las ventajas e inconvenientes que ambas posturas plantean a partir tanto de lo debatido con mis compañeros como de otras informaciones. Partiremos de los dos extremos:
Escuela totalmente autónoma, esto es, con capacidad total de decisión y actuación sobre sus alumnos, contenido, distribución horaria, etc.
En este tipo de instituciones los directivos y docentes de la escuela autónoma tienen libertad y flexibilidad para probar nuevos enfoques educativos así como modelos exclusivos de educación, constituyendo una alternativa para las familias que buscan experiencias educativas diferentes para sus hijos. Además, en este tipo de escuelas es más fácil atender a la diversidad, adaptarse a las necesidades concretas de los alumnos, o modificar los contenidos de un modo muy ágil según los requerimientos del momento.
La forma más autónoma de todas las posibles es incluso la educación en casa (o "homeschooling" en su término inglés). Los partidarios de este tipo de enseñanza entienden que la educación es un derecho y debe ser algo obligatorio, pero no así la escolarización, por lo que deciden ser ellos mismos quienes dedican tiempo a la formación de sus hijos en su propia casa. Es el caso de Sorina Oprean, quien expone su punto de vista al respecto y explica cómo ella lo ha llevado a cabo con sus hijos. Además, dada la situación actual de pandemia se abrió especialmente el debate en torno a la necesidad o no de la vuelta a las aulas, con diversos defensores de este sistema.
Justo en el otro hipotético extremo nos encontramos con un tipo de escuela totalmente dependiente, es decir, intervenida en su totalidad por el Estado, siendo este quien toma todas las decisiones en materia de currículo, metodología de enseñanza , etc.
La calidad de la educación en un sistema centralizado está orientada a lograr respuestas econométricas y estadísticas como factor comparativo entre las diferentes comunidades autónomas o provincias. También se persigue una estandarización de la educación, buscando con ello cierta democratización de la enseñanza: se asegura que todos las personas, independientemente de su lugar de residencia, nivel social, etc., reciban una educación con la misma calidad.
Entonces, ¿con cuál nos quedamos?
Pues una vez más, considero que en el término medio está la virtud, o la fórmula educativa más correcta a mi parecer. Abogo por una educación en su mayoría centralizada, pues considero que es algo suficientemente importante como para que haya unas directrices nacionales bien marcadas y lo bastante rígidas como para que la educación sea algo estándar entre regiones. Sin embargo, entiendo que hay situaciones locales concretas que no pueden estar totalmente recogidas de forma general, como son las lenguas cooficiales, zonas rurales con necesidades específicas, etc.
¿Y vosotros qué pensáis?
¡Os leo en comentarios!
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